El día en el que se le puso precio a la Cultura

No tengo ni idea de cuando ocurrió, pero estoy seguro de que hubo un tiempo en el que a la gente se le valoraba más por su riqueza cultural que por la riqueza de su bolsillo. Eso siempre me ha indignado, pero a la vez me daba igual mientras la gente más cercana a mí supiera valorarme más por lo que soy que por lo que tengo. 

Porque hoy en día interesa inculcarnos que si no tienes dinero no eres nadie. Da igual si tu fortuna se ha amasado sobre los cimientos de sobres "B", dinero público, cuentas en paraísos fiscales, vendiendo trozos de tu vida privada, siendo hijo de, o acostándote con un torero. Da igual... 


Tal vez a los ojos de los demás sólo sea un pobre desgraciado que trata de soportar el paso de la vida subsistiendo de la forma más digna posible, sin embargo eso siempre me ha importado un pimiento porque estaba convencido que, hasta hoy, lo importante, lo realmente importante jamás podía comprarse con dinero, jamás podría ser arrebatado a quienes supieran valorarlo, y jamás nos abandonaría cuando nos sintiéramos absorbidos por el abismo de la soledad. Me refiero, como no, al conocimiento. 







Estaba equivocado. Hoy se le ha puesto precio al conocimiento al aprobarse el Real Decreto 624/2014 por el que se desarrolla el derecho de remuneración a los autores por los préstamos de sus obras realizados en determinados establecimientos accesibles al público

Tranquilo, esto no significa que ahora cuando quieras sacar de la Biblioteca de tu ciudad un libro, revista, periódico, película o CD tengas que pagar como si fuera un videoclub, al menos, no directamente. El dinero saldrá directamente del poco que actualmente disponen las Bibliotecas Públicas (dinero público) e irá destinado a las correspondientes Entidades de Gestión de Derechos de Autor para que posteriormente lleguen a los autores de tales obras. 


Y yo me pregunto entonces donde están todos esos Sánchez Dragó, Lucía Etxeberría, Pérez-Reverte, Elvira Lindo, Espido Freire, Ruíz Zafón, Eduardo Mendoza, Ildefonso Falcones, Antonio Gala, Jordi Sierra i Fabra, Javier Marías, Julia Navarro, Matilde Asensi, y otros cientos de escritores españoles. ¿Donde están los defensores de la cultura para todos? ¿Donde están ahora esos que proclaman cuando salen en televisión contra el Gobierno por sus recortes en educación y cultura? ¿Donde están ustedes señores escritores? 


Cuánto me hubiera gustado verles a ustedes, hoy más que nunca, acaparando las portadas de los informativos. Cuánto me hubiera gustado verles a todos, juntos, como una piña, protestando en favor de una cultura libre y gratuita para quienes no pueden permitirse gastar 20 euros en su último best-seller. No saben, señores escritores, cuánto me hubiera gustado...


Y en vez de eso aquí estoy, escribiendo mi opinión; la opinión de un don nadie en su blog alojado en el último rincón perdido de este infinito mundo cibernético, con la absurda esperanza de que alguien lo lea y se percate de lo hipócritas que son los que se autoproclaman defensores de la cultura. Pero no se preocupen, pueden respirar tranquilos, que seguiremos sin juzgarles y aplaudiendo sus maravillosas apariciones televisivas criticando a esta sociedad analfabetizada y a este sistema político tan podrido que entre todos podemos derrocar. 

En fin... Será que soy demasiado romántico y me olvido que esto de escribir no es más que otro tipo de negocio en el que si no obtienes beneficios ya puedes hacer las maletas. 







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